Hace unas semanas recibimos una llamada de una persona que tenía una manta de ÁBBATTE desde hace muchos años. Ahora su perro la había estropeado, rompiendo los hilos de un orillo. Vino a vernos con su manta y nos contó que no quería que tejiéramos una nueva aunque pudiera ser idéntica, quería seguir con su antigua manta.
Nos pidió que lo que quería era repararla, porque con su uso se había enraizado en su vida. Me di cuenta de que para aquel desconocido cuanto más había usado su manta más la amaba, había trascendido lo textil. Lo que más me emocionó a mí fue el ver que captaba nuestro proyecto.
Las mantas de ÁBBATTE son una de las piezas que mejor transmiten nuestra filosofía de vivir, nos reconfortan, nos envuelven, nos protegen, son como si fueran una segunda piel, como el abrazo de las personas que queremos.
Esto tiene mucho que ver con nuestros materiales que estimulan nuestro sentido del tacto, el más atávico de todos, al que queremos darle tanto valor. Por eso lo reivindicamos, entrenándolo y estimulándolo, intentando formar sensibilidad hacia la materia para recuperar una faceta que antaño poseíamos de forma natural.
Cuando tocamos, desarrollamos conexiones emocionales de afecto, calma o seguridad, podemos liberar oxitocina, la hormona de la felicidad. Envueltos en una manta de fibras naturales nos sentimos cerca de la naturaleza, porque como nosotros estas fibras formaron parte de un organismo vivo.
En un mundo cada vez más digitalizado, nos estamos volviendo insensibles a la percepción táctil. Esta pérdida no solo afecta a nuestra capacidad para apreciar la materia, sino que también nos está dejando con un vocabulario pobre para describir lo que sentimos con el tacto.
Por eso, una labor de los tejidos de ÁBBATTE es redescubrir, cultivar y formar de nuevo el sentido del tacto como fuente de conocimiento y conexión.
“Tocamos las cosas para cerciorarnos de la realidad,
tocamos los objetos que amamos,” Anni Albers.
Elena Goded,
fundadora de ÁBBATTE.
The Embrace of Matter: the ÁBBATTE Blanket
A few weeks ago, we received a call from someone who has owned an ÁBBATTE blanket for many years. Recently, his dog had damaged it, tearing some threads along the edge. He came to see us with his blanket and explained that he didn’t want us to weave a new one, even if it could be identical—he wanted to keep his old blanket.
He asked us to repair it because that blanket has taken root in his life through years of use. I realized that, for this stranger, the more he used the blanket, the more he loved it. It had transcended the textile. What moved me the most was seeing how deeply he understood our project.
ÁBBATTE blankets are one of the pieces that best embody our philosophy of living. They comfort, wrap, and protect us—like a second skin, like the embrace of the people we love.
This connection has much to do with our materials, which stimulate our sense of touch, the most primal of all senses, to which we give great value. That’s why we reclaim it, train and encourage it, trying to cultivate sensitivity toward materials, to revive a facet of life we once possessed naturally.
When we touch, we develop emotional connections of affection, calm, or security. We can even release oxytocin, the happiness hormone. Wrapped in a blanket made of natural fibers, we feel closer to nature because, like us, these fibers were once part of a living organism.
In an increasingly digital world, we are becoming desensitized to tactile perception. This loss not only affects our ability to appreciate materials but also limits our vocabulary to describe what we feel through touch.
That’s why one of the missions of ÁBBATTE textiles is to rediscover, cultivate, and retrain the sense of touch as a source of knowledge and connection.
"We touch things to assure ourselves of reality.
We touch the objects of our love." Anni Albers
Elena Goded,
founder of ÁBBATTE